El pasado jueves Lara Huertas hizo una breve exposición en la que planteó una cuestión peliaguda que invita a la reflexión: ¿se adoctrina en las aulas? Ella apuntó que no todas las asignaturas están igual de expuestas a ser transmisoras de una ideología: rara vez podemos intuir si un libro de texto o un profesor de matemáticas o biología tiene una determinada orientación ideológica (de derechas o izquierdas, religiosa o antirreligiosa, demócrata, liberal,…); en cambio, materias como la filosofía o la historia, por ser ciencias humanas, resultan más propicias a ser analizadas, contadas y explicadas desde las ideas, creencias y emociones de quien lo hace, sea el autor del libro o el profesor; esa impregnación ideológica no es necesariamente deliberada ni necesariamente perniciosa. No obstante, debemos reconocerla y protegernos con información y sentido crítico.
Pero el adoctrinamento es otro cantar: quien lo practica lo hace conscientemente, tiene un plan y busca unos fines; a través de la propaganda de unas ideas y la ocultación consciente de información pretende la formación sesgada de los individuos con fines más o menos claros.
Busca, piensa y sé crítico.