Alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato debatieron el pasado 11 de abril sobre una cuestión interesante y polémica: ¿deben los padres controlar y/o espiar el acceso de los hijos menores a internet y a las redes para evitar peligros?
Cuatro equipos, integrados por cuatro alumnos cada uno, se enfrentaron en dos rondas clasificatorias al cabo de las cuales se disputó la final. Aunque se enfrentaron alumnos de dos niveles académicos, dos equipos de 4º de ESO y dos de 1º de Bachillerato, todos los debates fueron reñidos y tanto los jueces como el público quedaron gratamente sorprendidos por el nivel, la seriedad y el compromiso de los participantes.
La tarde del 10 de abril alumnos y profesores habíamos recibido una sesión formativa magistral sobre oratoria escolar del profesor Manuel Bermúdez Vázquez, profesor de Filosofía de la Universidad de Córdoba y Coordinador del Aula de Debate de la UCO. En ella aprendimos mucho, disfrutamos de la elocuencia del profesor y soñamos con ser y formar mejores oradores. Los alumnos que asistieron salieron entusiasmados y deseando cursar oratoria, apuntarse a concursos, participar en más debates y más «juespeechs».
El jueves, día de los debates, fue un día de muchos nervios. No bastaron las técnicas de relajación, ni el apoyo del equipo, ni saber que era solo un juego donde no se jugaban nada, ni contar con un público atento y partidario; al final hubo ratitos tensos, silencios angustiosos, temblores, e incluso mareos, que se resolvieron con una sonrisa y mucho pundonor por parte de los concursantes. Los debates fueron emocionantes pues cada equipo destacó en aspectos diferentes: los dos equipos de 4º destacaron en la argumentación pues presentaron líneas sólidas, evidencias rigurosas y citas de autoridad; por otro lado, entre los equipos de 1º uno brilló por la naturalidad de su exposición y la originalidad de sus argumentos, y el otro por la seguridad y habilidad en el uso de recursos retóricos.
El debate final enfrentó a los dos equipos de 1º de Bachillerato. Los jueces determinaron que el equipo ganador fuera el integrado por las alumnas María Lahoz, Natalia Langarita, Claudia Lázaro, y Aimar Muñoz, y subrayaron su seguridad en el estrado, el dominio de los efectos escénicos y el equilibrio de sus miembros. Todos los alumnos recibieron un diploma de participación y las ganadoras, además, un pequeño regalo (un boligrafo multicolor y la promesa de asistir a un pleno municipal o de las Cortes Aragonesas el próximo curso). Faltó dar las gracias a todos los jueces, profesores y alumnos, y en especial a los alumnos veteranos en debate, Aurora Berdún, Juan Pérez-Sevilla y Mario Alins, que lideraron las valoraciones de los equipos.
Esta pequeña reseña quiere ser también un homenaje para los dieciséis alumnos que con generosidad, valentía e ilusión entregan su tiempo y su trabajo para participar en una actividad nueva, que les exige varias tardes de trabajo en solitario y en equipo, y alimenta sus inseguridades, únicamente porque confían en que van a aprender y serán mejores gracias al debate. Hacen falta alumnos como ellos para incrementar nuestro entusiasmo de docentes, y para que otros alumnos sigan la estela y aprovechen cualquier ocasión para debatir con razones aunque no tengan la «razón».