Jose Franco y María Martínez hablaron el pasado jueves de los programas de telerrealidad. Arrancaron con la pregunta de quién ve programas como Gran Hermano, o Supervivientes, o First Dates y muchos más. Solo citarlos provoca la risa de los presentes, que parecen reconocer que no son programas dignos. María agradece la sinceridad de algunos y advierte de la hipocresía de quienes callan porque se avergüenzan de verlos. Y es que hay que reconocer que estos programas sacan lo peor de las personas pero, aún así, son líderes de audiencia.
¿Por qué? Dice Josete que porque muestran un retrato de lo que somos y eso nos permite identificarnos; porque ver desgracias ajenas nos consuela de nuestas miserias; porque ver a la gente haciendo el ridículo nos entretiene y nos evade. Pero hay que tener en cuenta que cuando te enganchas a un «reality» perdemos el tiempo, dormimos menos, miramos con envidia esas vidas expuestas, los cuerpos perfectos, el dinero conseguido sin esfuerzo y podemos sentirnos inferiores o acomplejados, olvidando que esas experiencias son engañosas, no son realidad sino telerrealidad.
«En conclusión -transcribimos literalmente su magnífico cierre- la televisión es como un frigorífico; dentro puedes encontrar una hamburguesa, jamón york, carnaza, caviar, fruta… Unos días te apetece una cosa y otros otra. O ¿acaso comerías caviar todos los días?, ¿acaso le gusta a todo el mundo comer caviar? España, visto lo visto, prefiere la carnaza».
Tuvieron la rara virtud del equilibrio: se repartieron perfectamente el discurso, manejaron con solvencia la dicción, aplicaron dosis justas de información, opinión y humor. Los que asistieron, que fueron muchos, se divirtieron y aplaudieron merecidamente un discurso ligero y simpático.
Gracias a los dos por colaborar y hacer más ameno nuestro recreo.
