El pasado jueves 9 de enero, nuestro compañero Andrés Nueno habló de su pueblo y de todos los pueblos que, como el suyo, cada día tienen menos habitantes, y los que se quedan son cada día más viejos y necesitan médicos y carreteras para no morir de un infarto del que se salvan los que viven más cerca de las ciudades; y la gente joven solo va de vacaciones y vuelve rápido a las tiendas, al internet, al móvil con cobertura constante, a la comodidad de tener pan a diario, de comprar pescados del día y fruta exótica… El pueblo de Andrés parece un paraíso hermoso y aislado en el valle de Echo, pero es frágil y necesita infraestructuras y atención para que los jóvenes se queden a vivir, para que trabajen allí y su pueblo, los pueblos, no se mueran de viejos y de abandono. Su pueblo es solo un punto más en el preocupante mapa de la España deshabitada.
Gracias, Andrés, por recordarnos que nuestras raíces están en esos pueblos que se extinguen.