Mes de difuntos. Vamos a recordar el poema que Marcial, un escritor romano aragonés, nacido en la antigua Bílbilis, junto a Calatayud, dedicó a una joven esclava, Eroción, que había muerto antes de cumplir los seis años.En el poema encomienda el cuidado de la pequeña difunta a sus propios padres, Frontón y Flacila, que habían fallecido poco antes, para que la protejan en el oscuro mundo de ultratumba.
La pequeña Eroción
A ti, padre Frontón, y a ti, madre Flacila, os encomiendo esta niña, delicia de mis labios y de mi corazón. Que la pequeña Eroción no tiemble de miedo ante las negras sombras y las fauces horribles del perro del Tártaro. Hubiera cumplido en seguida los fríos de seis inviernos, si no hubiera ella vivido otros tantos días de menos. Que juegue ella saltarina entre patronos de tantos años y que con su boca infantil balbucee mi nombre. Que el rígido césped no cubra sus blandos huesos y que tú, tierra, no seas pesada para ella: ella no lo ha sido para ti.
(Marcial. Epigramas, V, 34)
Epigrama es la inscripción que se coloca sobre la lápida de un difunto.
Era habitual que apareciera en las tumbas romanas la inscripción S.T.T.L. (Sit Tibi Terra Levis), «que la tierra te sea leve». Por eso resultan aún más delicados y conmovedores los últimos versos: el deseo de que la tierra que cubre el tierno cadáver no pese y que el césped que crezca encima sea tierno y suave.