Más de dos meses después de que nos visitara José Díaz, fundador de Educanepal, y nos lanzara el desafío de cómo contribuir a mejorar la educación de niños y niñas de Nepal, llega el momento de hacer balance del camino recorrido.
Balance que no sólo es económico aunque también. Finalmente se han recaudado 500 euros que se convertirán en 20 lotes de material escolar para otros tantos niños nepalíes.
Balance que también es académico, grupal, social, emocional…Los alumnos han aprendido, se han emocionado, han cooperado, han encontrado dificultades que han tenido que resolver, se han organizado, y todo ello para llevar a cabo una tarea que finalmente han sacado adelante y que ha supuesto una pequeña mejora en el mundo gracias a ellos. De todo esto tenéis una muestra en el fantástico mural colaborativo que han ido elaborando con sus trabajos.
Especialmente emocionalmente es el videoclip que grabaron con sus profesoras de música y que no os podéis perder.
Ellos mismos nos cuentan como han vivido esta jornada
Antes de correr a tomar el turrón, el último día de clase de 2017, los alumnos de 1° de ESO organizamos, ayudados por los profes, una carrera solidaria con el fin de ayudar a una comunidad infantil del Nepal, donde las familias son muy pobres y la mayoría no tiene dinero para poder disfrutar de la escuela.
Los participantes aportábamos uno o dos euros… y llegamos a reunir los casi 500 que hemos enviado: dinero destinado a la ONG ‘Educanepal’, que reparte material escolar a quien lo necesita, construye escuelas, forma profesores, hace que los niños se diviertan y aprendan juegos…
La maravillosa jornada que nosotros vivimos (tras muchos días de trabajos coordinados en múltiples clases, cargados de motivación), se organizó de la forma siguiente: las primeras dos horas, todas las clases de primero estaban con su tutor desayunando en ambiente festivo y calentando motores. Después, los equipos se iban a inscribir a su respectiva mesa, donde se atendía a los grupos de relevistas; pues se iba a desarrollar una carrera de relevos de seis componentes cada equipo (con aportaciones de compañeros mayores y veteranos, como profes y algunos padres motivados con la iniciativa). Se tomaron instantáneas para estudiar en imágenes la futura entrega de premios, y se procedió a estirar para evitar tirones. Los nervios de los previos empezaban a aflorar entre los participantes. Al fin se nos convocó a todos para dar una vuelta de reconocimiento: un kilómetro serpenteante y hermoso, que discurriría entre pistas, jardines e incluso con un escalonado tramo que tenía que atravesar el vestíbulo del Centro, a modo de túnel.
Tras la vuelta de reconocimiento, 1º B se destapó con un comprometido discurso elaborado por los alumnos y su simpática tutora. Ya era la hora y el pistoletazo de salida; sonó la detonación y los primeros relevistas salieron, pero lo que no sabíamos es que íbamos a presenciar toda una batalla de verdaderos atletas, hasta profesores y padres que ni mucho menos se iban a quedar atrás: en la última recta saltaron chispas de la velocidad a la que iban… ¡vaya velocistas! Después se fueron sucediendo las salidas de relevistas y llegadas de otros que corrían para entregar el testigo, cuyos compañeros siguieron dándolo todo por esos nepalíes, que ya son un poco nuestros. En total más de treinta equipos dando muestras de espíritu deportivo, solidario y festivo. Todo un ejemplo.
A la postre se hizo entrega de los premios, nada competitivos: había premios al mejor dorsal, al que gana la prueba (aunque realmente todos somos ganadores), al mejor testigo y al mejor disfraz. El premio al dorsal fue para el equipo 21, con una original familia de unicornios por bandera. Hubo premio para el equipo disfrazado de árbol de Navidad y el testigo de ‘los políticos corruptos’ -vaya tela-, también se llevó premio por su divertida propuesta. Poco después concluiría nuestra jornada solidaria; tan ‘diferente’, que a buen seguro permanecerá entre nuestros mejores recuerdos de la vida en el instituto.
Marcos López y Juliana Beltrán, 1°D ESO, IES ‘Miguel Servet’
Esperamos que como ellos mismos dicen, no olviden lo aprendido en este proyecto, y les sirva para permanecer siempre atentos al mundo y sentirse capaces de entenderlo y transformarlo. Ese es el mejor aprendizaje que podrían obtener de su paso por el Instituto.